Contexto Histórico Peninsular del Ciclo Emergente

Capítulo IX

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Con estas bases y principios monacales, en plena Edad Media, se empieza a rotular el devenir de los pobladores locales asentados entre las pindias y frondosas lomas, encharcadas en las faldas de las estribaciones y formándose marismas recogiendo el agua de todos los regatos, riachuelos y acuíferos que se colaban entre las laderas y, en la última fase del descenso, descargaban en la cuenca el agua de los arroyos decantando todo el torrente en el mar de temida y reconocida fama: Mar Cantábrico.

Durante La Reconquista muchos colonos de acá, relacionados por vínculo marítimo con los puertos pesqueros vecinos, no se lo piensan dos veces y, viendo un futuro más prometedor, emigran hacia la legendaria urbe laredana (así queda consignado al anotar el origen de los naturales pejinos, reflejado en los censos poblacionales de la villa más esplendorosa del Mar de Castilla) y, una vez asentados en esa importante plaza marítima del norte hispano, enrolarse en la flota arbolada con las espigadas hayas y fortalecidos robles talados en los montes de Carceña, en Castañeda, dando nombre, de esta manera, a la primera carraca que con la roda, tajamar y el castillo de proa reforzados embestirá contra las defensas sarracenas de Isbililla (Sevilla), al mando de don Ramón Bonifaz

La escuadra del almirante Ramón Bonifaz, en aquella ocasión de la Reconquista del siglo XIII, costeando el océano había bajado al sur peninsular y, al surcar la bocana del Wadi-Al-Kabir (Guadalquivir) y dejarse llevar por la corriente, empujada por la marea y la brisa que, durante la singladura y río arriba, insuflaba el velamen ‘ciñendo de bolina’ (17) a ‘La Carceña’, nombre en honor al sitio de los montes de Castañeda de donde se cortaron los pinos, robles, fresnos y hayas, en cuarto menguante para formar el costillar compuesto de vagras, quillas, varengas y, ensamblando el palo en el centro de la línea de crujía (18) que a va tener que soportar el trapo de la mayor.

En aquel 3 de mayo de 1248, de repente, una arremetida contra el muro flotante con un gran y ensordecedor estruendo, la segunda carraca (‘Rosa de Castro’ botada y, resbalando por los troncos, echada a flote desde las atarazanas castreñas) hace saltar por los aires las defensas sarracenas; después de haberse frustrado la ofensiva inicial tras el primero y fallido intento de la primera urca ‘La Carceña’, derriban en la segunda ofensiva la muralla a flote, que entre las orillas del río enlazaban las dos torres, uniendo Triana al Arenal de las Atarazanas béticas y que cerraban por mar la frontera de la mayor población peninsular: el Puente de las Barcas, máximo exponente de la ingeniería almohade formado por trece bajeles, anclados al fondo del río por pesados garfios y amarrados entre sí con gruesas cadenas.

El Rey Fernando III ‘el Santo’, en honor a los méritos de Bonifaz en la expedición, rebautizará al burgalés al anteponer a su identidad, la palabra, Almirante, de origen musulmán y cuyo significado es Señor del Mar.........................

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